Antes de empezar la autopsia del título, es preciso concretar que este blog forma parte y representa el papel de padre de un trío coherente de blogs, los cuales únicamente difieren en su alcance. Los dos blogs complementarios se dedican a los ámbitos de la ética personal y de la política.
Es preciso aclarar que la condición de “paternidad” se le concede ahora (no duden de que, en el futuro, se la retiraremos) en función de la tradicional vinculación de los conceptos Calidad y Excelencia con el ámbito empresarial. No es frecuente encontrar referencias a la Calidad o a la Excelencia personal (no me refiero a calificaciones profesionales como "un cirujano excelente") ni mucho menos (incluso nos suena mal) a la Calidad o a la Excelencia política.
Ha sido en este ámbito, donde el autor ha convivido, durante su dilatada vida profesional, con ambos conceptos y ha sido testigo impotente del enorme descrédito que han adquirido así como de su innegable trivialización. Esta es mi percepción: Hoy, la Calidad y, en mucho mayor grado, la Excelencia son conceptos exóticos y prácticamente muertos en el imaginario de la mayoría de los empresarios. Por esto le haremos la autopsia al título.
Pero…¿qué pinta la Filosofía en todo esto? Consciente de que las entradas de un blog deben tener un tamaño contenido, no lo vamos a desarrollar ahora. Tendrá su entrada específica, pero podemos adelantar, a modo de aperitivo, que resulta sorprendente la convergencia de una gran cantidad de términos empleados habitualmente en Calidad o Excelencia con conceptos profundamente filosóficos. Citaré sólo algunos: percepción, causa, evidencia objetiva, etc.
Este blog, pretende publicar mis reflexiones sobre la aplicación de la Filosofía en este ámbito, con el optimista y, probablemente, ingenuo objetivo de reanimar al muerto.
Continuará…
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